La difícil situación de Dejounte Murray y el fracaso de los Atlanta Hawks
Dejounte Murray es una sombra de lo que fue en San Antonio y su tiempo en Atlanta podría estar acabándose.
La dirección deportiva es el departamento más importante en todo equipo. Da igual la liga de la que se trate o del nivel en el que se compita. Si la cúpula organizativa toma malas decisiones es prácticamente imposible que en la cancha entrenador o jugadores logren un resultado opuesto al esperable.
Los Atlanta Hawks son un caso paradigmático.
Desde 2020 llevan intentando maximizar a una estrella de gran calibre como Trae Young, una bomba atómica en ataque, capaz de cortar defensas como mantequilla y generar ventajas como si nada. Un trabajo que no ha dado buenos resultados. Y sí, su presencia en las Finales del Este en 2021 es más de lo que pueden decir 76ers, Hornets, Kings y Knicks en los últimos 20 años. ¿Pero de qué sirve llegar hasta ahí si la imagen general es como un cuadro a medio pintar?
La sensación después de tantos años es que Young no ha conseguido ir más allá de su perfil como base ofensivo bidimensional. Alguien capaz de producir desde el uno por uno y dos por dos como muy pocos en la actualidad, pero sin llegar a desarrollarse como un base puro o un director de juego con el liderazgo por bandera. La gerencia ha tratado por todos los medios de impulsar un cambio en él, ya sea con jugadores que le quiten responsabilidades o bien que eleven el suelo del equipo. Nada ha dado resultado, al menos de manera constante.
Por eso mismo el desembarco de Dejounte Murray en 2022 en Atlanta invitaba tanto al optimismo. Un guard alto, con pedigrí defensivo y que, al fin, permitiría a Young convertirse en el Stephen Curry off-ball que se proyectó en la universidad. Ya sea por incapacidad o porque Trae no ha querido, la realidad es que el experimento no puede haber resultado más decepcionante. Y la palabra es esa, decepcionante, pues cuando los Hawks traspasaron por Murray este estaba en la cresta de su valor, a punto casi de dar el salto al siguiente nivel. Una temporada y media más tarde se ha hundido por completo hasta dejar de tener sentido su perfil defensivo.
El principal problema que afecta a Murray no es individual, sino de encaje. El nativo de Seattle jugó el 93% del tiempo como base en su último año en los Spurs, donde fue All-Star y registró sus mejores números de carrera. Ese dato se ha desplomado hasta el 31% en Atlanta mientras su uso ha retrocedido a niveles de cuando compartía equipo con DeRozan y Aldridge.
El tiempo está demostrando que Dejounte no está preparado para ser un escolta o, mejor dicho, ejercer el papel de comparsa del base principal. Basta ver cómo se ha visto afectada la proyección estadística de su carrera según la métrica DARKO desde que juega en los Hawks:
Juntos, Young y Murray, no funcionan, los números así lo reflejan. La cuestión es que el calado del problema es mayor de lo que se intuye, pues el ex de los Spurs tampoco consigue marcar la diferencia por separado. Estos son los datos de las dos últimas campañas:
Young y Murray en cancha: 116,9 ratio ofensivo; 118,8 defensivo; -1,9 net rating
Solo con Murray: 116,4 ofensivo; 118,9 defensivo; -2,4 net
Solo con Young: 120,3 ofensivo; 117,6 defensivo; +2,6 net
En este punto la gerencia de los Hawks parece haber tomado la decisión irrevocable de mover a Murray y volver a reformular el proyecto alrededor de Young. Un camino que, a mi juicio, puede ser un nuevo error de la franquicia.
Tal como está el mercado NBA rumbo a este trade deadline, con muchos más vendedores que compradores con activos de calidad, los Hawks pueden salir muy damnificados de esta operación. Las principales franquicias que podrían moverse por Murray serían Lakers, 76ers, Spurs y Nets, de los cuales solamente Brooklyn podría armar una oferta interesante para Atlanta.
Si Landry Fields es inteligente no moverá a Dejounte en febrero.
Dejounte Murray tiene un valor negativo en el equipo de Georgia. Está infrautilizado, fuera de posición y sin margen para que la situación cambie. Por eso mismo la mejor estrategia para sus propios intereses sería tratar de forzar un cambio, modificando en gran medida la estrategia y la configuración. Eso pasa necesariamente por mover a Clint Capela al precio que sea, dando prioridad a Onyeka Okongwu, cuyo aporte es similar, su salario más positivo y su disponibilidad mayor. Junto a esto, descargarse de salarios como los de Bogdan Bogdanovic (18,7M) o De’Andre Hunter (20M) para conseguir un cuatro polivalente o un perfil más defensivo sería más lógico para sus intereses.
Sin embargo, nada de esto será posible mientras Trae Young continúe teniendo el balón en 8,4 segundos de media en cada posesión ofensiva de los Hawks. Solamente Luka Doncic retiene más la bola que el base de Atlanta, con la diferencia de que los Mavs son un desastre a nivel de plantilla y lesiones. Ha llegado el momento de que Young asuma la realidad. Es un magnífico gestor del bloqueo directo, pero el rendimiento del equipo no le acompaña y corre peligro de convertirse en un enfant terrible. Otro guard de enorme talento individual incapaz de comprender la complejidad del juego cuando la bola no está en sus manos o la jugada no le involucra directamente.
De hecho, hay pruebas de sobra de que invertir roles sería positivo:
Esta apuesta por Young ha hecho que el experimento de unirle a Murray haya sido un fracaso con mayúsculas. Tanto que guard ha pasado de 6,0 defensive win shares y +1,4 en defensive box plus minus en sus dos últimas temporadas en unos Spurs que fueron la 13ª y 14ª peor defensa a 3,0 y -0,4 respectivamente desde que llegó a Atlanta.
A favor del nacido en Seattle juega el hecho de que se ha asentado como un tirador más o menos fiable, lanzando al 38% en triples en recepción y en pullup. Por otro lado, pese a promediar apenas 5,1 asistencias es capaz de producir 13,6 puntos, al nivel de Kyrie Irving, Darius Garland o DeMar DeRozan, por ejemplo.
No hay nada peor en esta vida que estar en tierra de nadie. Para los Hawks ese espacio entre los puestos de lotería del Draft y la pelea “real” por los Playoffs se ha convertido en su hábitat natural.
La cuestión es que tienen potencial para ser algo más.
Tienen un maestro en la banda como es Quin Snyder, una estrella como Young capaz de hacer 25-10 casi con los ojos cerrados y un segunda espada moderno y gran defensor individual. El problema es que la distribución de sus recursos está siendo la incorrecta y el plan seguido un absoluto fiasco.
Mover a Murray para tratar de corregir el pésimo acuerdo de 2022 no es una salida digna, es pegar una patada a la bola hacia adelante tratando de demorar la petición de traspaso de Trae.
En manos de Fields está que Atlanta consiga afianzarse como un proyecto y no como un agregado de invididuos.
Hay una imagen que se repite casi todas las posesiones de los Hawks cuando Trae suelta la bola. Se queda parado casi que en el logo y se desentiende del ataque. Más allá de su rango de tiro, la realidad es que termina siendo un ataque de 4 vs 4,5 (suponiendo que uno se quede siempre atento) y así es muy difícil para cualquier equipo.