La exaltación del yo en Embiid: Cuando el precio es mayor que la recompensa
Joel Embiid ha vuelto a demostrar que para él importa más su palmarés individual que dejar huella en la historia.
Un viejo refrán sefardí decía que “quien no cuenta sus vicios lleva su vergüenza en la cara” y a Joel Embiid le ha jugado una mala pasada el diablo de su hombro izquierdo.
El camerunés estaba teniendo una temporada espléndida.
Números de récord, actuaciones sobresalientes, una versión individual más completa, los 76ers ganando partidos… Lo lógico era pensar que el gigante volvería a repetir el MVP o, al menos, estaría en la pelea por conseguirlo. Todo eso se vino abajo en apenas unos días. Embiid venía arrastrando problemas físicos casi desde diciembre, algo habitual en él, dicho sea de paso. La suma de encuentros en los que se ausentó iba en aumento y con ella la presión mediática para que apareciese de corto de una vez.
De la noche a la mañana un número alertó a la estrella de Philadelphia: el 17. Esa era la cifra tope de partidos en los que podía ausentarse antes de perder la elegibilidad para cualquier premio o reconocimiento individual. Para cuando Embiid quiso poner freno a la narrativa de que solo brillaba contra rivales menores y se borraba de los partidos importantes ya era tarde.
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