No hay un lugar más frío al que jugar al baloncesto que desde un despacho. Allí las decisiones duras son mucho más fáciles de tomar. ¿Hay que despedir a alguien? A la calle. ¿Hay que traspasar a un jugador clave? Pues que haga las maletas. A vista de pájaro y sin que la ética importe lo más mínimo todo resulta más sencillo. Y lo es porque estos ejecutivos, aquellos que toman las decisiones, ven todo bajo el prisma del mercado.
El problema es que el capital que se mueve en ese particular zoco son personas.
Desde que empecé a cubrir de manera más o menos seria esta liga he oído la frase de que “la NBA es un negocio”. En algunos momentos la he usado, quizá más de lo que me hubiera gustado. Esa consigna suele aparecer en instantes donde ningún otro argumento puede utilizarse, cuando uno se da cuenta de que lo humano pasa a un segundo plano cuando el capitalismo más extremo entra en juego en el deporte profesional.
Recientemente se han producido dos noticias cuyo timing ha sido bastante curioso. La primera sucedió un viernes por la tarde de Estados Unidos, franja destinada para soltar una bomba y que se olvide rápido. La segunda, al borde del inicio de la jornada de partidos de Playoffs con Giannis y LeBron presentes.
Miles Bridges, después de darle una paliza de muerte a su ex-pareja, ser detenido, ser declarado culpable y “condenado” a tres años de libertad condicional solo deberá cumplir una sanción de 10 partidos. Sin entrar a valorar la severidad de las leyes de violencia machista y su comparativa con otros delitos (ejem, consumo de estupefacientes), la NBA tenía una oportunidad inmejorable para sentar precedente. Y, sobre todo, marcar distancia respecto a la NFL, con quien mantiene una eterna batalla cultural (y moral).
La brillante Katie Heindl escribía hace unas semanas lo siguiente al respecto en una pieza que os recomiendo encarecidamente leer:
What is the value of a woman, I asked, last June. It took the NBA less than a year to give us its answer — 10 games.
What is the value of a woman, and what does it signal the wider world when businesses with as global and far-reaching influence as the NBA tell us plainly in responses like this one, to quit asking?
Sí, la sanción a Bridges ha sido de 30 partidos, pero resulta bochornoso que la liga haya entendido que el jugador ya haya cumplido 20 de la pena total porque patatas. Una suspensión cuyo texto es sonrojante:
“Following his arrest and plea, Mr. Bridges did not sign an NBA contract for the 2022-23 season, missing all 82 games. In recognition of that outcome, the NBA has deemed 20 games of the suspension to have been already served”
Y así llegamos a la segunda noticia: la firma de Ime Udoka como nuevo entrenador de los Houston Rockets.
Recuerdo que en la previa de la temporada en el canal de Twitch de Alejandro Gaitán hablamos sobre cuánto tardaría Udoka en volver a entrar. Allí mi reflexión venía a decir algo así como que en la siguiente campaña entraría como asesor o asistente para en un par de cursos estar de vuelta como head coach. Me equivoqué, para mal, además.
Udoka no solo ocupará uno de los 30 puestos, sino que a las primeras de cambio los Brooklyn Nets consideraron reemplazar a Steve Nash con el ex de los Celtics… Menos de dos meses después de su suspensión.
Los detalles detrás de la inhabilitación de Udoka en los Celtics no me importan, ni creo que sean relevantes para sacar conclusiones al respecto. La manera en la que una organización que venía de sus primeras Finales en 12 años actuó es suficientemente contundente para comprender la magnitud de lo acontecido. El abuso de poder es un acto muy difícil de probar, pues este puede resultar subjetivo. De ahí que existan normas en el entorno laboral para evitar situaciones como la que sucedió en Boston. Todo ello sin atender a las informaciones que surgieron al respecto, las cuales no dejaban en un gran lugar a Ime.
En la filtración de la noticia del fichaje de Udoka por los Rockets, la fuente de la franquicia indicaba que estos habían conducido una investigación para aclarar todo. Teniendo en cuenta que la organización prescindió de Stephen Silas el 10 de abril (aunque la decisión estuviera tomada tiempo atrás) en apenas 14 días han contrastado todas las fuentes, datos y testimonios para determinar que los actos de esa persona no fueron tan graves como para no merecer uno de los 30 asientos que hay en la NBA. En cada uno reside la libertad para creer en esas palabras y en la autenticidad del proceso de los texanos. Al igual que la investigación que los Blazers realizaron respecto a Chauncey Billups sobre la acusación de violación, de la cual hay un relato de la víctima extremadamente duro.
El mensaje que los Rockets están enviando a las trabajadoras de su organización o al staff es bastante preocupante.
En un momento en el cual la liga dice abanderar la igualdad, el respeto a las minorías, que es un ambiente libre de prácticas que debieron quedarse en el pasado, sus franquicias siguen repitiendo las mismas lógicas que se ocultaron bajo la alfombra durante décadas.
El Comisionado solo puede imponer un máximo de 12 partidos de sanción sin necesitar de un arbitraje externo por conducta detrimental para la liga, pero tampoco sería la primera ocasión en la que tras cometerse un acto legal pero moralmente reprochable un jugador o técnico quedase oficiosamente vetado de la asociación.
Situaciones como las de Bridges o Udoka demuestran que esto es un (puto) negocio, que por mucho que cambie el discurso el capitalismo dominante en la NBA solo va a entender una cosa: estar en situación de ganar más dinero una y otra vez.