El descenso a los infiernos de Jordan Poole: Odio y fijación contra una estrella fallida
En apenas dos años, Jordan Poole ha pasado de jugar unas Finales a ser suplente en el peor equipo de la Conferencia Este
En todo jugador conviven dos caras. Una, la pública, la que no se puede controlar, la que está en manos del público, de los medios, de los aficionados. La segunda, la propia, aquella que uno tiene de sí mismo. Encontrar el equilibrio entre ambas caras, entre la proyectada y percibida, es un camino que todo deportista ha de recorrer a lo largo de su trayectoria. La clave pasa por no dejar que una se coma a la otra. O que, al menos, la pública no se coma por completo a la propia.
Las redes sociales han borrado la barrera que podía existir entre ambas caras, eliminando el sentido de lo que significa la intimidad del jugador profesional. Nada escapa al alcance de las redes y todo se mira a través de esas lentes. Incluso el valor de un jugador.
Jordan Poole siempre estuvo en el punto de mira.
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