La partida de ajedrez entre Harden y Morey
La agencia libre ha empezado (no se lo digáis a Silver)
Suele ser habitual que durante el transcurso de una temporada se vayan filtrando noticias respecto a aquellos jugadores que serán agentes libres. El típico ruido, rumores o bien noticias que son más titulares que otra cosa. Por eso mismo el caso James Harden me resulta tan interesante e inusual.
En la jornada del 25 de diciembre Adrian Wojnarowski, vocero de Daryl Morey y tuitero a tiempo parcial, publicó que Harden estaría considerando regresar a Houston Rockets una vez se abriese el mercado en verano. Un poco pronto, pensamos todos, pues Philadelphia iba en buena dinámica, no había signos de grieta y la franquicia había hecho las cosas bien hasta entonces.
Sin embargo, la cosa no quedó ahí.
En los meses posteriores los beat writers de Houston han seguido reportando el interés del jugador por volver, reforzando la idea de que ambas partes estarían abiertas a unir caminos en la agencia libre.
Esta posibilidad tendría todo el sentido del mundo. James Harden redujo considerablemente su salario para que Morey pudiera cometer tampering realizar fichajes para mejorar la plantilla y ahora querría cobrar lo que verdaderamente merece. ¿Y qué franquicia podría estar dispuesta a soltarle los millones sin pensarlo? Pues unos Rockets que son un descampado, que necesita dar un paso adelante, tiene entrenador nuevo y un dueño algo impaciente.
El movimiento cierra por todas partes, pero si algo he aprendido tras tantos años siguiendo esta liga es que lo más evidente no siempre es lo más plausible.
Y es en este punto en el que la vía de Houston tiende a perder fuerza.
James Harden es elegible para una extensión de contrato con los Sixers de 210,1 millones de dólares a cuatro años, es decir, un 35% del límite salarial debido a su experiencia y bagaje. Si optase por buscar otro destino en la agencia libre cobraría un poquito menos (201,6M), pero perdería la posibilidad de luchar por un anillo casi con toda seguridad.
El MVP de 2018 lleva buscando ser campeón desde hace bastante tiempo, influyendo en la gerencia de turno para hacer movimientos de renombre o bien forzando su traspaso. De tal modo que regresar a Houston o ir a cualquiera otro lugar que pueda pagarle un máximo aplazaría esa vía (siempre puede volver a forzar la salida). Para los intereses de Harden, únicamente los 76ers pueden cumplir ambas expectativas: alto salario, opciones de ganar y ser flexibles con que se vaya de putas de fiesta.
Sí, Harden quiere cobrar lo que cree que merece, lo cual es esperable, más si se tiene en cuenta que viene de una temporada de +20 PTS, +10 AST y que tiene 34 años. Una clave a tener en cuenta es que existe una regla que restringe las renovaciones por grandes cantidades cuando se superan los 38 años, de tal modo que si quisiera una quinta temporada Philly tendría que hacer cierta ingeniería salarial y de negociación.
Harden está ante la última oportunidad de firmar un amplio contrato, no solo por edad, sino porque físicamente va en declive. Morey no es tonto, maneja las analytics que sirven para proyectar el impacto a futuro de los jugadores veteranos. Es por ello que ambos están manteniendo un interesante pulso que se prolongará hasta julio.
El primer movimiento en aras del entendimiento fue el despido de Doc Rivers. Es de justicia decir que técnico y jugador nunca congeniaron especialmente. El estilo intensito de Rivers con mensajes a cara descubierta en la prensa así como comportarse como si viviese en la NBA de 1990 quizá no era la mejor opción para lidiar con alguien como Harden. (Igual que pasó con Simmons, Kawhi, George, Paul, etc, etc, etc). Además, es preciso destacar algo no menos importante: el sistema de juego. Todos los jugadores son egoístas por naturaleza, es decir, quieren la mayor cantidad de jugadas diseñadas para ellos y que sean el centro del ataque. Harden no es una excepción. Y desde que llegó a los 76ers su rol ha sido más bien complementario a Embiid o dependiente de él en ataque. A nadie debería sorprender leer que Rivers no destaca especialmente por su creatividad en la confección ofensiva, por no decir que sus equipos son predecibles. Harden tardó poco tras la eliminación en mostrar sus cartas sobre Rivers:
Periodista: "Cuando llegaste aquí, dijiste que una de las razones por las que querías venir, si no me equivoco, era Doc. ¿Cómo ha sido tu relación con Doc y te gustaría verlo de regreso?"
Harden: "Eh…. Nuestra relación está bien".
La típica respuesta de alguien que no está bien sobre quien le preguntan.
Unos días después los Sixers despidieron a Doc y, la casualidad, que entre los candidatos al banquillo se encuentra Mike D’Antoni.
Prácticamente una semana después de la eliminación en el séptimo ante los Sixers Morey y Harden ya han movido sus primeras piezas en su particular batalla: el despido de Doc y el rechazo de la opción de jugador.
De hecho, en la tarede del viernes surgió la filtración de que Harden y los Rockets planean reunirse en la agencia libre. Y, en lugar de ser publicado en un medio de Houston, lo hace en uno de Philadelphia, en el Inquirer concretamente. Imagino que ya podéis ver por dónde voy.
Antes de que una partida de ajedrez comience hay 4.000 secuencias posibles y tras la segunda el número crece hasta las 71.852 posibilidades, tras el tercer movimiento el número asciende a más de 9 millones de opciones.
No obstante, sucede algo curioso.
Y es que si cualquiera de los dos contendientes sale vencedor de la partida pueden ser al mismo tiempo ambos perdedores. La única posibilidad entre las millones que hay ahora mismo sobre el tablero es que acuerden quedar en tablas y que uno de los dos pague la cena de después.