La venganza de Mike Brown
El entrenador al que ahora todos quieren pero hace 10 años condenaron al ostracismo.
Es curioso cómo se desarrollan los acontecimientos en la NBA, ¿no creéis? Siempre nos repetimos eso de que lo verdaderamente importante son las narrativas, lo que se dice de alguien o algo más que la realidad tangible u objetiva. Una lógica que, en ocasiones, da lugar a irónicas situaciones. En la noche del miércoles 19 de abril la liga anunció la votación al Entrenador del año, galardón que fue a parar unánimemente a Mike Brown por su labor con los Sacramento Kings. Un reconocimiento a una gesta del todo impensable hace doce meses y que a base de orden, planificación y estructura el veterano técnico ha hecho posible.
En esta liga los cuentos de hadas gustan mucho a la prensa, sobre todo cuando un underdog pasa a ser cabeza de león ante todo pronóstico. Pero también es un ecosistema con una memoria muy limitada y, la mayor parte de las veces, sumamente interesada.
Mike Brown confió desde el primer momento en el potencial de la plantilla. No así como una parte de los expertos que no terminaban de creerse el hype.
“Creo que, con el talento que tenemos, el núcleo formado y la gente que hemos traído solo necesitamos darle algo de organización al grupo, retarles y motivarles en la dirección correcta. Siento que es algo que podemos hacer”, dijo en la previa al arranque a la temporada.
En estas últimas semanas han emergido de un modo repetitivo una serie de tweets donde se hacía una especie de retrospectiva de la carrera de Mike Brown, pasando de Spurs a Cavs y de ahí a Warriors hasta llegar a Sacramento.
¡Qué bonito luce todo bajo el foco del éxito!
Pero no nos engañemos. La carrera de Mike Brown no ha sido una historia de éxito, más bien una lucha constante por ponerse en valor, por defenderse de golpes que le venían por todas partes y tratar de mantenerse a flote mientras todos le lanzaban piedras.
Nada más debutar como head coach tuvo que escuchar aquello de que solo ganaba por tener a LeBron James en el equipo. Un arma de doble filo, pues cuando Cleveland vencía era gracias a la estrella y cuando caían por culpa del técnico. ¿Os suena esto de algo? De hecho, en el momento de la presentación de Brown como técnico de los Cavaliers, Dan Gilbert colocó un gran reloj presidiendo la mesa, enviando un mensaje directo al nuevo responsable de que el tiempo iba en su contra y esperaba resultados pronto.
En muy poco tiempo Brown construyó un equipo defensivo con un personal limitadísimo, donde nombres como Eric Snow, Larry Hughes o Drew Gooden fueron piezas pivotales en el despertar de los mejores Cavs en dos décadas. La contrapartida de aquello fue un ataque cogido con pinzas y que vivía a base de los fogonazos del primer LeBron.
A los entrenadores se les juzga por los resultados y a Mike Brown se le condenó rápidamente como un entrenador incapaz de aprovechar el talento. Las etiquetas, qué pesadas pueden ser. Como en política, antes de caer uno mismo mejor cargarse al de al lado, y Danny Ferry (GM) despidió al artífice de su única presencia en las Finales hasta ese momento. Afortunadamente para Brown, este contaba con un gran reconocimiento al interno de la NBA.
Pupilo de Bernie Bickerstaff, protegido de Gregg Popovich y aprendiz de Rick Carlisle, con 40 años tenía el mundo en sus manos, era el técnico que toda franquicia aspirante quería tener. Y en su camino se cruzaron unos Lakers cuya dinastía tenía más de mito que de realidad, sostenida por unos pilares de barro que la sola presencia de Phil Jackson ocultaban al mundo.
Todos los vientos convergieron en el banquillo angelino, provocando un huracán que terminó por mandar a Mike Brown al ostracismo más absoluto de la NBA.
La mirada de Kobe Bryant tras cinco partidos fue la confirmación de su adiós de la primera línea. Y todos aquellos medios disfrutaron del resultado de su profecía autocumplida, la cual venía de los tiempos de Cleveland.
“Es un asistente perfecto", escribió un periodista en Yahoo! Sports, medio líder hace 10 años. “Eso no lo convierte en un líder. Además, desarrolló el baloncesto más frustrante que jamás hayamos visto, perdiendo el tiempo de LeBron James y Kobe Bryant a lo largo de los años. A veces, los asistentes deben seguir siendo asistentes”.
“Brown se unirá a la lista de entrenadores que nunca estuvieron a la altura de las expectativas de los fans de los Lakers. Lo extraño es que Brown probablemente habría prosperado en un lugar como Charlotte, con menos expectativas y necesitado de estabilidad y defensa, bajo menos escrutinio de los medios”, escribió otro periodista de renombre en CBS Sports.
Si tiramos de hemeroteca, quizá habría que abrir un capítulo a parte con la fijación de Windhorst con Brown, cuyo recelo viene de los años en Cleveland. Un Brian que, gracias a su relación con LeBron, creció en los medios estadounidenses a base de tirar debajo del bus a Brown. Los más veteranos probablemente lo recordaréis bien.
Sin embargo, el tiempo pone a cada uno en su lugar. Y al igual que Dan Gilbert reconoció años después que fue un error despedir a Brown, los Lakers acabaron sumidos en la miseria deportiva más absoluta tras deshacerse de un técnico brillante.
Quizá el único lugar donde verdaderamente apreciaron su talento fue en Oakland. Brown se convirtió ahí en una pieza pivotal del despegue de los Warriors con Durant a la cabeza. Sobre esa máquina de ganar se ha escrito mucho y muy variado, pero es la excepción que confirma la maldición de los superequipos. Y fue excepción porque desde el banquillo se tuvo claro que la llave del éxito estaba atrás.
Reducir a Mike Brown a su perfil de especialista defensivo sería como hacer lo propio con Mike D’Antoni. La personalidad de Brown y su manera de unir a los equipos son virtudes muy difíciles de conseguir en el deporte de élite. Todos tienen un discurso, todos cuentan con un método, pero llevarlo a la práctica y que la totalidad de la plantilla lo compre es lo que marca la diferencia entre un Jim Boylen y un Steve Kerr. Para Brown este método se sustenta en tres pilares: confianza y comunicación horizontal en la organización; valores inquebrantables entre jugadores y staff; cada uno tiene un rol, lo conoce y lo acepta.
Con los Kings marchando 2-0 arriba en la serie ante sus ex-Warriors, vigentes campeones, Mike Brown está en disposición de cobrarse su particular venganza personal. Una que lleva cocinando más de 10 años y ahora le va a pasar revista a todos, incluido a quienes recientemente dijeron que los Kings emanaban un olor a debilidad.
Larga vida a los técnicos como Brown.
Recordatorio de que durante un tiempo indefinido no voy a estar en mi cuenta principal de Twitter. Ahora me podéis encontrar en @srabinalNBA.