Vuelta a la normalidad
Después de tres años sin viajar para cubrir eventos NBA un servidor vuelve a pisar una cancha.
PARÍS (pero la de Texas no) — Una de las cosas que siempre he envidiado de los beat writers de antaño en la NBA ha sido las experiencias derivadas de viajar por toda la geografía estadounidense siguiendo al equipo local. El avance de las redes sociales ha terminado por herir de muerte a los blogs (¿qué es Twitter sino un blog en tiempo real?) y los cambios en los medios de comunicación han hecho desaparecer casi por completo las columnas a modo de diario. Pero quien escribe estas líneas no le suele importar mucho lo que está de moda o es tendencia.
Viajar siempre trae problemas. O al menos yo siempre he acabado teniéndolos. Derivar el control de las situaciones en terceros, empalmar transportes diferentes y que todos los horarios cuadren sin que haya imprevistos me parece una tarea imposible. La cual, casi siempre sale bien pese a los malos ratos que uno pasa rezando para no perder un avión o un tren.
Estos tres últimos años han sido complicados para todo el mundo. La crisis sanitaria cambió todo y en un abrir y cerrar de ojos el deporte se paralizó (nada que no sepáis ya). En mi caso, ahora mismo me encuentro un lugar con cierto significado para mí. En enero de 2020 mi editor por aquel momento me dio la oportunidad de ir a París a cubrir el partido de la NBA en Europa. El encuentro era lo de menos, lo importante era estar aquí, hacer contactos y tener acceso a los protagonistas del juego.
Aquella cobertura fue un tanto caótica. Algo llamado COVID-19 empezaba a sonar con fuerza, la zona de alrededor del estadio estaba en obras (hoy he disfrutado de 45 minutos en taxi disfrutando de los avances en un atasco) y el acceso era un tanto diferente a lo que había conocido en el All-Star de 2019. Aun con todo, esa breve experiencia me valió la pena pues comprobé algo difícil de explicar: vi jugar a Giannis Antetokounmpo rumbo a su segundo MVP.
¿Sabéis lo que se dice de que no es lo mismo la TV que el directo? Pues el griego vale cada céntimo que se pague por verle. Aquella exhibición ofensiva con 30 puntos, casi un 70% en 32 minutos fue descomunal. No quiero dejarme llevar por lo poco que me queda de aficionado, pero aquel encuentro y la atmósfera que lo rodeó justificó toda una vida viendo la NBA detrás de una pantalla. Y no solo eso, me sirvió de combustible para exprimir al máximo toda la información a la que tuve acceso, la cual se tradujo en contenido.
Hay una frase de Gonzalo Vázquez que leí en algún momento que resume muy bien lo que significa ver un partido NBA tras dedicarle buena parte de tu vida a esto:
“Y si el circo hubiera estado en Marte, allá habría ido”
(Un pequeño paréntesis algo macabro. En el mismo momento en el que, tras soltar las maletas en casa, publiqué el último artículo de aquel evento, se filtró la noticia del accidente de Kobe Bryant. Probablemente el peor timing de la historia para subir algo a una web. Sigamos)
Como decía al principio, estos tres últimos años no han sido sencillos, especialmente para los medios. En mi caso pasé de acudir a casi todos los eventos posibles a ver los toros desde la barrera. Y en el mejor de los casos, con acceso desde una heladora sala de Zoom. Tres años después estoy de vuelta en el ruedo, cubriendo a pie de pista todo aquello que suceda en relación a la NBA en París. De nuevo, el partido no es el más atractivo, pero es labor de quienes están al teclado despertar el interés del lector o lectora.
Cuando recibáis esto estaré rumbo al media day de Pistons y Bulls para tratar de sacar adelante dos piezas a las que les tengo ganas.
Mañana trataré de dejar por aquí otra contra-crónica o blog de Emily Sergio en París.